viernes, 30 de mayo de 2008

Caballito de cartón



Fuente: Revista Horizonte.
Fecha de Publicación: Marzo 2008


Caballito está cambiado. No son las moles que apuntan al cielo y desplazaron aquel paisaje suburbano de casas bajas, donde habitaban cordiales y conocidos vecinos, allá por los ‘50. Tampoco son las rejas que cercan, como estólidos centinelas, las principales plazas del barrio. Ni siquiera la nueva, y demorada, estación del subte “A” en Puan.

Caballito ha cambiado en su composición social. La tradicional clase media caballitense observa, con sorpresa y callada resignación, un progresivo aumento de exóticos y variopintos vecinos.

En un principio, allá por el 2001, eran sombras aisladas que recorrían el barrio por la noche seleccionando entre la basura. Sus heterogéneos carritos a tracción humana, cargados con cartones, metales y envases plásticos; fueron haciéndose paisaje en las calles nocturnas.

El vecino de Caballito demostró ser solidario. Comprensivo de una crisis que lo empujaba a él mismo hacia un abismo paralizador, miró para otro lado cuando las familias cartoneras dejaban tras de sí una estela de basura desparramada sobre los adoquines, debajo de los viejos plátanos, y dejó de preguntarse por un estado que no aparecía… excepto para cobrarle los impuestos.

Los encargados de edificio colaboraban con “su” cartonero, separándole el papel y los envases plásticos. Así fueron pasando los años, poco a poco, la situación mejoró. Desde el gobierno llegaron cifras alentadoras, según las cuales, los índices de desempleo fueron disminuyendo paulatinamente. El consumo fue creciendo, y el sufrido vecino clase media, sintió que el nudo en la garganta se iba aflojando; no tenía ya, que saltear el pago de un mes de ABL o expensas, para cubrir la cuota del colegio de sus hijos. Los carritos cartoneros seguían dando un oscuro pintoresquismo al barrio, pero pasada la medianoche desaparecían hacia el Oeste en busca de un merecido descanso y del acopiador de materiales de reciclado.

De pronto, alguien con visión de futuro digna de un broker inmobiliario internacional, se adelantó a posibles yturbios emprendimientos habitacionales en el futuro “Corredor Verde del Oeste”. Sobre la calle Yerbal al 1200 el paredón del ferrocarril se transformó en fachada (muy británica con sus ladrillos a la vista), de quien sabe que lofts.

Los nuevos vecinos no eran numerosos, si bien no pasaban desapercibidos, luciendo sus torsos desnudos en la calle, charlando en ese cacofónico dialecto conurbanis bonaerensis, y, rompiendo esa regla de oro del barrio de respetar un tono más bien bajo en las conversaciones; se mantenían alejados e ignorantes del tradicional habitante del barrio de la veleta. Pero, un día llegaron algunos camiones y Caballito de Cartón descargaron una surtida carga de personas, enseres domésticos, colchones, chapas y maderas. El londinense paredón de la calle Yerbal engulló a los visitantes. También sobre Avellaneda, lindando al estadio de Ferrocarril Oeste, otros visitantes instalaron allí un barrio cerrado. Poco tiempo después, algunos extranjeros se ubicaron en una propiedad vacía de Yerbal. Sin duda atraídos por la oferta inmobiliaria, que, quizá rezaba de este tenor:
“Oportunidad única. A 19 minutos de Plaza de Mayo. A una cuadra de la nueva estación de subte a inaugurar. Sobre el ferrocarril y en zona comercial. Lotes a estrenar y viviendas a ocupar. GRATIS. Sin cargas impositivas ni de servicios. Lotea Inmobiliaria El Puntero”

El barrio se transformó en un sitio multicultural. Producto, sin duda, de otras costumbres, más propensas a disfrutar del cielo nocturno sin interferencias; la luz de algunas cuadras, de Yerbal, se apagaron. Esto provocó que cacos provenientes, seguramente, de otros barrios (posiblemente Recoleta o Norte), se aprovecharan de la situación, causando cierta incomodidad en los tradicionales y prudentes vecinos, que fueron víctimas de asaltos y robos.

Fue así como el tranquilo caballitense se vio invadido por un enorme, y seguramente infundado temor. El barrio está cambiado.

El país también, ya que la presidente anunció, junto con la adjudicación de las obras del “Corredor Verde del Oeste”, un índice de desocupación del 7,5%. ¡Menor que el 11% de España! Hemos de esperar el retorno de tanto emigrado, y porqué no, de muchos españoles también.

Lo concreto es que el paredón de la calle Yerbal ya no oculta una delictiva ocupación ilegal y clandestina. Se han abierto puertas, y, qué duda cabe, el gobierno de la ciudad ha integrado al catastro las nuevas propiedades, ya que se les
asignaron numeración. Un éxito inmobiliario, conseguir lotes en una de las zonas con mayor valor de la tierra de la ciudad.
El vecino clase media de Caballito es prudente. Animado por ese espíritu componedor se queja en voz baja , temeroso de que le caiga como un rayo, el mote de “facho insensible”.

Pero al vecino no le gusta convivir con aquellos que hacen del delito (la intrusión lo es, así sea en tierras del estado), un sistema de vida, y entre los que se mimetizan delincuentes, disfrazados de humildes cartoneros. No se siente cómodo pagando unos de los impuestos más altos de la ciudad; que no bajan ante la devaluación de su propiedad ubicada en las proximidades de una “villa”.

No le gusta vivir con miedo y desconfianza, ante la falta de seguridad para él y su familia. Y menos le agrada saber que existe un proyecto para transformar gran parte de ese soñado y necesario espacio verde, a construirse en los terrenos ferroviarios;
para instalar “Areas Verdes” donde los cartoneros seleccionen su recolección, tengan baños, duchas, y otras comodidades que muy posiblemente los tienten a instalarse.

Por algo eligió vivir en Caballito y no en las inmediaciones de la Villa 31, o Ciudad Oculta. El vecino clase media de Caballito salió una vez, al son de las cacerolas, cuando le tocaron el bolsillo. Un gobierno cayó, y el caballitense volvió a su casa. Volvió a salir cuando las torres lo amenazaron. Logró una ley de protección parcial, y volvió a su casa. Hoy también le están tocando el bolsillo, amenazan su propiedad y su estilo de vida. El gobierno, que da tan buenos índices, debiera arbitrar una ocupación
formal para quienes venidos del conurbano, recogen la basura de la ciudad, tarea para la que se le paga, con los impuestos, que SI paga el vecino, a las empresas asignadas a ese fin.

Más de dos mil personas se quejaron por los desalojos del espacio público y de viviendas intrusadas. Más del 60% de los votantes de Buenos Aires, votaron a favor de que se cumpliera la ley. ¿Dónde estaban? Vecino clase media caballitense: Si no se queja, no se queje… y empiece a disfrutar de la cumbia villera.

3 comentarios:

shrink meat dijo...

Una vergüenza. Me crié en Yerbal al 1000, viví sus calles entre los 7 y los 27 años, transité por las vías de Cucha Cucha a las 5 de la mañana cuando guadaba el auto en la cochera frente al club Ferro y sigo visitando a mis viejos que allí viven, y es cierto , el barrio cambió. Pero si protestamos "discriminamos" porque somos clase media, los que trabajamos más de 8 hs por día, pagamos los impuestos, somos monotributistas o IVA responsables de la categoría más baja y no entendemos a los que no fueron educados. Habría que hacer un cacerolazo en JMMoreno y Rivadavia para que desalojen la villa.

Anónimo dijo...

Soy vecino de la zona, de hecho vivo en el edificio donde una señora junta firmas para esto y la verdad me dan verguenza. Discriminar a esta gente les parece una medida justa? Hay muchos cartoneros que deberian matarlos, sin ninguna duda, pero hay muchos "Y DOY FE QUE ES ASI" que la unica salida que tuvieron para llevar adelante sus vidas fue esa, dejando de lado los prejuicios. Me parece que deberiamos mirar para adentro y atacar al forro de macri que no hizo un carajo de lo que prometio, agarrar a los que dicen que "Nos cuidan" y mostrarles en la cara lo que es la inseguridad y principalmente MIRARNOS A NOSOTROS MISMOS, QUE ES LO QUE HACEMOS Y MEJORARLO, antes que romperle los huevos a esta gente que no tiene quizas otra forma de llevar el pan a su casa.
Y ud. señora de clase media que no solo tiene tiempo, una casa digna, una computadora, servicio de internet de banda ancha y mas, deberia fijarse como ayudar y no como pisarle la cabeza a los que no tienen otra forma de vida.

Si no paran con esto creare yo Mismo un blogspot en ayuda de esta gente que tambien se merecen "RESPETO" y una "Mejor forma de vida".

Saludos!

PD: Porque no reclaman seguridad? desde que empezaron las obras del puente que tenemos a 1 cuadra cambio la seguridad y por la noche es una boca de lobos con una salida directa para los que nos esperan en la calle?
Piensenlo y ocupen su tiempo en algo productivo.

Vaneduc dijo...

Mi nombre es Marcela y soy de caballito de TODA LA VIDA, vivo con mi familia en las torres de la cancha de Ferro, tengo dos hijos, el mayor tiene 15 años y estoy en "PANICO". no se pueden cruzar las vías, y mi hijo fue asaltado 4 veces en una semana con frases amenazantes como "te pincho".
no hay horario para estos asentamientos ilegales y no hay respeto, además de la suciedad, los olores desagradables y los consumos ilegales.

gracias por este espacio, saludos