martes, 17 de junio de 2008

Opinión

Fuente: Juan Pino

La falta de conciencia ambiental por parte de los pueblos latinoamericanos no se reduce solo a la basura. Todos los ciudadanos, incluyendo a las empresas, no consideran dentro de sus planes el impacto ambiental de sus actividades. Sin embargo, en los países civilizados, ya se han dado cuenta que, lo que le hagan al ecosistema se lo hacen a ellos mismos. La preservación del ambiente ha dejado de ser una cuestión solo tratada por románticos, amantes de la naturaleza, para pasar convertirse en una pieza fundamental del desarrollo a largo plazo. El cuidado de los recursos es indispensable para lograr una proyección a futuro coherente.

Solo citando un caso se comprende lo dramático de la situación: en Argentina el uso irracional de los recursos energéticos ha llevado a una crisis del sector que aqueja a los ciudadanos y al normal funcionamiento de la industria. Independientemente de cuál fuere la estrategia que tome este país, es ineludible, que el próximo plan tendrá que tolerar una mayor eficiencia por el lado de la demanda. No se trata de consumir menos, sino mejor.

La nula conciencia ambiental de las autoridades no es déspota, sino que refleja la ignorancia de toda la población.
Campañas continuas y permanentes de formación serán indispensables para cambiar hábitos de consumo y lograr una mayor presión por parte de los ciudadanos a sus gobernantes.
Sólo una población convenientemente educada, será capaz de promover las transformaciones que atravesaron las sociedades más avanzadas.

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